El discurso de Miguel de Unamuno el 12 de octubre

El discurso de Miguel de Unamuno el 12 de octubre


Empezamos con una mentira repetida mil veces:


El discurso de Unamuno

“Ya sé que estáis esperando mis palabras, porque me conocéis bien y sabéis que no soy capaz de permanecer en silencio ante lo que se está diciendo. Callar, a veces, significa asentir, porque el silencio puede ser interpretado como aquiescencia. Había dicho que no quería hablar, porque me conozco. Pero se me ha tirado de la lengua y debo hacerlo. Se ha hablado aquí de una guerra internacional en defensa de la civilización cristiana. Yo mismo lo he hecho otras veces. Pero ésta, la nuestra, es sólo una guerra incivil. Nací arrullado por una guerra civil y sé lo que digo. Vencer es convencer, y hay que convencer, sobre todo. Pero no puede convencer el odio que no deja lugar a la compasión, ese odio a la inteligencia, que es crítica y diferenciadora, inquisitiva (mas no de inquisición). Se ha hablado de catalanes y vascos, llamándoles la antiespaña. Pues bien, por la misma razón ellos pueden decir otro tanto. Y aquí está el señor obispo, catalán, para enseñaros la doctrina cristiana que no queréis conocer. Y yo, que soy vasco, llevo toda mi vida enseñándoos la lengua española que no sabéis. Ese sí es mi Imperio, el de la lengua española y no (…)
Acabo de oír el grito de ¡viva la muerte! Esto suena lo mismo que ¡muera la vida! Y yo, que me he pasado toda mi vida creando paradojas que enojaban a los que no las comprendían, he de deciros como autoridad en la materia que esa paradoja me parece ridícula y repelente. De forma excesiva y tortuosa ha sido proclamada en homenaje al último orador, como testimonio de que él mismo es un símbolo de la muerte. El general Millán Astray es un inválido de guerra. No es preciso decirlo en un tono más bajo. También lo fue Cervantes. Pero los extremos no se tocan ni nos sirven de norma. Por desgracia hoy tenemos demasiados inválidos en España y pronto habrá más si Dios no nos ayuda. Me duele pensar que el general Millán Astray pueda dictar las normas de psicología a las masas. Un inválido que carezca de la grandeza espiritual de Cervantes se sentirá aliviado al ver cómo aumentan los mutilados a su alrededor. El general Millán Astray no es un espíritu selecto: quiere crear una España nueva, a su propia imagen. Por ello lo que desea es ver una España mutilada, como ha dado a entender.
Este es el templo del intelecto y yo soy su supremo sacerdote. Vosotros estáis profanando su recinto sagrado. Diga lo que diga el proverbio, yo siempre he sido profeta en mi propio país. Venceréis, pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta, pero no convenceréis porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta en esta lucha, razón y derecho. Me parece inútil pediros que penséis en España”

El origen del discurso


Todos hemos oído este texto o partes de él, e incluso lo hemos visto recitar en innumerables películas y documentales. Pues no va más allá de una reconstrucción interesada de Luis Portillo, un afiliado a Izquierda Republicana, Licenciado en Derecho y profesor auxiliar de la Universidad de Salamanca de 1932 a 1936. El golpe le pilló en Madrid y trató de llegar a Salamanca, donde, al ver la situación, decidió deshacerse de toda su correspondencia y documentación política y regresar a Madrid.

Pus bien, este Luis Portillo pasó la guerra entre Madrid y Levante, al amparo del gobierno republicano. Tras la guerra se exilió a Francia y acabó en Inglaterra, donde en 1941 publica un artículo titulado "Unamuno's last lecture", que es de donde sale esta versión de los hechos de aquel 12 de octubre. Pero debemos recordar que Portillo no estaba en Salamanca aquel día y mucho menos en la Universidad, por lo que no es más que una reconstrucción libre, posiblemente no malintencionada, sino una representación de la valentía de Unamuno, frente a la dureza de Millán Astray.

¿Cómo se ha podido distribuir tanto el discurso novelado de Unamuno?

Hugh Thomas en su libro "La Guerra Civil Española" de 1961, usa el texto de Portillo y es él quien realmente le da el carácter histórico, al meterlo en un libro de esa categoría.

A partir de ahí se ha repetido directamente sin analizar la fuente, ni contratar con otras opiniones, como la de José María Pemán, publicada en ABC el 26 de noviembre de 1964, con gran valor histórico al ser uno de los testigos presenciales de aquel acto.

De esa recreación literaria, que podía haber quedado ahí, como la de los Rabaté en "Miguel de Unamuno, Biografia" o la de Emilio Salcedo en "Vida de Don Miguel", pero se han escrito páginas y páginas, cambiando su carácter literario a histórico sin entrar en investigación, pero esta vez no con el fin de ensalzar a Don Miguel, sino con el de enterrar al General Millán Astray.

A día de hoy ya se ha convertido en algo habitual este uso de la Historia para atacar a una posición. Hemos pasado de la historia épica inventada por "hunos", a la historia de sufrimiento manipulada por los "hotros", pero al final, esto es España y la leyenda negra pesa más que la Historia Real.

Para terminar una cita de Blaise Pascal que viene mucho al hilo:

"Aquel que duda y no investiga, se torna no sólo infeliz, sino también injusto".



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